Hoy quiero compartir mi día
contigo… y lo hago porque hoy ha sido uno de esos días que te retan, que te
ponen a prueba… ¿Pero sabes qué? Si no fuera por días como estos, nunca
hubiera llegado a ser quien soy, nunca hubiera gozado del privilegio de estar donde
hoy estoy.
Salí de la oficina, a pasos
lentos pero no vencida, sabiendo que necesitaba una respuesta, fue así cómo
decidí conducir a donde la naturaleza y mis pensamientos me llevaran, acompañada
de música relajante y afirmaciones poderosas… llegué a un lugar hermoso, donde
la brisa de los árboles me daba la bienvenida, y donde me refugié a soltar lo
que me tenía atada, necesité llorar para cuidar mi alma y luego dejé correr el
tiempo mientras me sometía a mi terapia del silencio… y sabes qué?
Salí fortalecida y con la
respuesta a muchas cosas. Al final del día me siento en paz y tranquila,
porque acudí a mi sabiduría interior, esa que nunca me defrauda y siempre está
ahí ante cualquier situación.
Y aquí estoy, sentada
frente al computador, compartiendo contigo lo que es un día que puede parecerse
al de cualquier mortal. Y no trato de comprender, solo de vivir, de aprender,
de agradecer y de amar. Y mientras escribo, me siento acompañada por ti, porque
de una u otra manera, estás ahí, y algo nos conecta… algo nos une… y no voy a
desaprovechar esta oportunidad para decirte lo importante que eres para mí.
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